>> 2011-03-18 | Espectaculos
Recetas de crueldad, odio y poder
•Con la dirección de Jorge Vega, Stella Oxandaburu y Antonella Quintana le ponen el cuerpo a una historia que desgrana las más crudas miserias en una cocina de estancia •
POSADAS. “Cocinando con Elisa” impacta de inicio a fin. Sobre la mesa de una cocina de campo, de una época indeterminada, la obra desgrana las más crudas miserias humanas como si se guiara por recetas de crueldad, odio y poder. Y son Stella Oxandaburu, como “Nicole”, y Antonella Quintana, como “Elisa”, (grupo Taller Actoral Posadas) quienes le ponen el cuerpo a esta historia de Lucía Laragione, con dirección de Jorge Vega. La pieza volvió el sábado a la cartelera de sala Tempo (3 de Febrero casi Córdoba), por sexto año, y mañana, a las 22, sube nuevamente a escena.
En cuanto a la trama, “Nicole” trabaja como cocinera para madame y monsieur. La amarga mujer proyecta un viaje y comienza a formar a “Elisa” para que la reemplace en la cocina durante su ausencia. Los usos y abusos del poder condimentan cada acto de la historia que se jacta de gran construcción dramática, muy buen manejo escénico y la destacada actuación de Quintana y Oxandaburu. “Nicole”, que dedicó su vida a la servidumbre, ejerce poder sobre “Elisa” y, a la vez, se somete a las exigencias de sus patrones, en un juego que pone al poder en constante movimiento.
La oscuridad del ser
Entre las numerosas impresiones que deja la obra de Laragione, uno puede inferir que para la cocinera y para la aprendiz la cocina se convierte en una cárcel. Lejos de la libertad y del amor y rodeadas de muerte, entran en ebullición las fragilidades, desdichas y los lados más oscuros de las personas. Retrata así estados y comportamientos propios del ser que subyacen a las diferencias culturales y temporales y que aparecen en cualquier plano de la vida.
Entre ollas y filosas cuchillas, la cocinera relegó su vida, proyectos y ni siquiera se atreve a soñar; guarda odio, resentimientos y frustraciones, lo que genera compasión en el espectador y la sensación de que en el fondo es una pobre mujer. A su vez, la joven “Elisa” se somete y sufre el rigor y la brutalidad de las “enseñanzas” culinarias de “Nicole” con el afán de convertirse en “una gran cocinera”. Violencia física y psicológica son materializadas con el sadismo y la crueldad con la que la jefa de cocina trata a la aprendiz y encara cada receta de sofisticada comida francesa. Es tan despiadada que hace sufrir a los animales antes de cocinarlos, actitud justificada con lograr “exquisiteces”.
Hay que resaltar el meticuloso trabajo en la comunicación verbal y no verbal (gestos, modo de caminar) de las actrices. Logran generar climas de tensión que desde la butaca se van sintiendo como nudos en el estómago, mientras la angustia aumenta. Así, la pieza genera un estado de realidad en la que por momentos uno olvida que está en un teatro y se mete en la historia casi como un espía. “Cocinando con Elisa”, tal como lo había anticipado su director, se percibe como una metáfora del poder y representa momentos oscuros de la historia del país.
La obra sigue dando vueltas en uno, en especial el fragmento de la muerte del patrón de “Nicole”, cuando la actriz se luce ampliamente, y el final teñido de tragedia con una pizca de esperanza.
Brillante actuación
Un párrafo aparte merece la Stella Oxandaburu que se luce a lo largo de la historia en su rol de “Nicole”. Con una actuación que convence y conmueve, Stella brilla en los distintos actos, al punto de pasar de la risa a un llanto desgarrador. Hay que destacarla también en la interacción con Antonella Quintana, que saca a la luz sus dotes actorales al representar a Elisa, una joven sufrida, que pese a los embates, alimenta sueños que la llevan a un camino incierto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario